Lunes con mi viejo profesor

Llegaba tarde al dentista, porque he salido de casa a la hora que tenía la cita y, aunque la clínica esté aquí al lado, lo del teletransporte aún se me da regular, tengo que seguir practicando... Llegaba tarde y como siempre que llego tarde, iba andando deprisa, mirando al frente para no distraerme con lo que pueda encontrarme alrededor. Ya en la última calle he visto bajar una sonrisa. Al principio sólo he visto eso: alguien muy sonriente. Y he pensado: "mira, no soy la única que sonríe sin sentido por la calle..." Aún no había terminado de pensarlo cuando me he dado cuenta de que no, que no era una sonrisa sin sentido, era una sonrisa para mí!!! Y ¿quién la llevaba puesta en la cara?? Antonio Luengo!!!!

Qué ilusión me ha hecho!!!

Me ha hecho ilusión verle, porque fue uno de mis profes favoritos del instituto y llevaba sin verle desde entonces (creo que la última conversación que tuve con él fue por qué un profesor que no me conocía de nada corregía con más generosidad mi examen de selectividad que él cualquiera de los del curso... Cuánta pedantería!!!) y me ha hecho aún más ilusión que se acordara de mí!!! De hecho, me ha dicho que se acuerda mucho, que salgo a relucir en casi todas sus clases... Hay 6 generaciones de chavales por este pueblo que deben odiarme sin conocerme!!! Que estoy más guapa que en el instituto, me ha dicho. Pues sí, yo también lo creo, he dicho yo. Y le he mirado, buscando algo bueno que decirle para corresponderle, pero él sigue teniendo los brazos desproporcionadamente cortos: tú estás igual!!! Me pregunto si aún llevará reloj de bolsillo...

Ay, qué ilusión más tonta!!!